La Mujer en la Mar: historias de sueños cumplidos – Fundación Exponav en Ferrol (2024)

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Introducción

Aunque tradicionalmente la historia ha cerrado el paso de la mujer a los buques, siempre existieron excepciones. En la Marina británica hubo periodos en que llevaron mujeres a bordo de forma reglamentaria, pero solo en casos especiales, y además eran esposas de oficiales, suboficiales, soldados o marineros, que básicamente se dedicaban a la humanitaria labor de cuidar a enfermos y heridos, como auxiliares, en las campañas de guerra contra Francia, España, Holanda y Dinamarca.

La Marina francesa practicaba una doctrina semejante a la española o británica, aunque con alguna que otra excepción, como fue el de una joven llamada Jeanette, mujer de un gaviero, que participó en el cordón de municionamiento a bordo del navío francés Achille, incendiado en el combate de Trafalgar. Destacar que afortunadamente Jeanette fue salvada milagrosamente por los británicos cuando su barco voló. No obstante, no fue la única, ya que existió otra mujer rescatada entre los supervivientes del aquel buque. Con estos ejemplos se trata de dar a conocer que, aunque las reglas existían, se dieron casos en los que las mujeres navegaron y prestaron apoyo al combate, aunque nos hayamos enterado de estos hechos tras el hundimiento de su barco.

En el caso de la Armada Española, tal como sucedía con el resto de las Marinas extranjeras, solo se permitía el traslado de las familias cuando iban o regresaban de ultramar. Por ello, y ante esta rígida situación jurídica, es relativamente fácil entender que las mujeres tuvieran tan poco protagonismo en el mundo marítimo. Las mujeres de aquella época solo se mencionan como pasaje y como esposas, y únicamente en algunos especiales momentos históricos aparecen como protagonistas activas de las diferentes expediciones o conquistas.

También, ante la superstición reinante en aquellos tiempos, la presencia de mujeres a bordo provocaba y producía cierta incomodidad. Pero a pesar de ello, algunas de las que se propusieron embarcar, lo lograron, aunque eso sí, no sin sufrir dificultades, sacrificios y penalidades. Y además tuvieron que soportar expresiones que hoy en día se calificarían sin ningún tipo de duda como machistas y vejatorias hacia la dignidad de la mujer.

Por lo tanto, posiblemente siempre haya habido mujeres que participaron en combates, y seguramente, casi siempre vestidas de varón. En esos casos lo hacían por diferentes motivos, tales como la defensa de sus ideas o intereses personales; por su honor personal o familiar; por escapar de encierros en conventos; y, sobre todo, por el espíritu de aventura.

El logro para que las mujeres que formaron parte de las dotaciones de los buques, especialmente de los de guerra, pudieran camuflarse como hombres, fue conseguido gracias a la vestimenta de aquella época, en general muy holgada. En cualquier caso, aquellas heroínas debían ser muy precavidas en todo momento, para no ser descubiertas, por lo que no podían acceder a cualquier puesto. A modo de ejemplo, se puede mencionar que los usuarios de los cañones, aproximadamente diez por cada pieza, a la hora del combate se desvestían de las prendas superiores al objeto de evitar infecciones por introducción en el organismo de pedazos de trapo impulsados por las astillas del casco, que en el caso de las mujeres hubiera significado su inminente detección.

En el resto de las marinas (en las civiles: mercante, pesca, y recreo), ha sucedido algo similar, y la mujer desde la llegada de nuestra Constitución ha entrado de forma activa en todas aquellas funciones a bordo (y en tierra), que hasta esa época solo venían siendo desempeñadas por hombres de manera general. Y es de destacar que además están realizando estas labores a plena satisfacción, y con un rendimiento profesional ejemplar.

La mujer en la Marina Civil

En los años cincuenta y sesenta todavía sobrevivía la antigua creencia, ya mencionada, acerca de una superstición sobre las mujeres y los barcos. Se pensaba que la mujer a bordo era símbolo de mala suerte en los buques. Obviamente aquella superstición fue erradicada poco después, pero, aun así, en aquella época en España, la reglamentación impedía a las mujeres ingresar en las Fuerzas Armadas, impedimento que se extendía también a las Escuelas Superiores de Marina Civil. Esa legislación se derogó hace cuarenta años, en los años ochenta, tras la llegada de la Constitución del 78, que establecía la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, sin discriminación de sexo.

En España, en 1984 María Ángeles Rodríguez Bernabeu fue la primera oficial mujer de la marina mercante. Años antes, en 1977, Ángeles trabajaba de camarera en un buque de la naviera Trasmediterránea, tras haber abandonado sus estudios de Filosofía en la universidad. En ese momento decidió que quería estudiar náutica (marina civil), pero llevarlo a cabo no iba a ser una tarea fácil. Gracias a un amigo alumno de náutica que conoció en Trasmediterránea, acudió a ver al director de la Escuela de Náutica de Barcelona de aquel momento, para darle a conocer su interés en matricularse en aquella escuela. Y tras hacerle llegar sus palabras, parece ser que el director, entre asombrado e incrédulo, le indicó que eso era imposible ya que:

a veces en los barcos había que decir tacos, y eso no era ambiente para una mujer.

Por suerte el vaticinio de aquel director no se cumplió, y Ángeles empezó su carrera navegando en buques graneleros de España a EEUU, y comentaba hace un par de años en una entrevista de radio, que no tardó mucho tiempo en ganarse el respeto de toda la tripulación en el momento que la vieron meterse por los estrechos y largos túneles de los buques, arrastrándose entre grasas y aceites. Más tarde continuó navegando en buques petroleros, de Campsa y Repsol, viajando a Nigeria y al mar del Norte. Era la única mujer a bordo, salvo cuando embarcaba alguna esposa de algún oficial o tripulante.

Entre sus anécdotas se podría destacar que siempre le costó soportar el ruido constante existente en los buques. Respecto a la posible discriminación que pudo haber soportado, destaca que no existió, pero sí paternalismo. Por ello a veces tuvo que pelearse para poder cumplir con sus obligaciones, ya que cuando surgía una tarea dura, se tendía a encargársela a un hombre. En la actualidad, está retirada, vive en Gijón y es viuda. Cuenta que mientras navegó, su marido sobrellevó como pudo sus largas ausencias, lo contrario a lo que era habitual en aquella época.

El plan de estudios que cursó Ángeles, el de 1977, suponía estudiar los tres primeros cursos, y navegar un año de prácticas para poder examinarse para Piloto. Posteriormente, si se quería aspirar a ser capitán, había que cursar otros dos cursos (cuarto y quinto), y navegar otros cuatro años como piloto, para poder examinarse para capitán (título profesional), previa obtención del título de Licenciado en Marina Civil (título universitario). Y seguramente como Ángeles ya era más mayor que el resto de alumnos y alumnas de su momento, en la carrera a capitán fue adelantada por otras mujeres.

El mismo curso que Ángeles empezaba sus estudios en Gijón, otra chica canaria llamada Mercedes Marrero Valero, nacida en 1961, la mediana de cinco hermanos y procedente de un colegio femenino, los iniciaba en Tenerife. Una chica de altura, exjugadora de baloncesto (1,80 metros), que tuvo el privilegio de participar en una Universiada en Rumanía, coincidiendo incluso con la gimnasta rumana Nadia Comaneci, entre otras celebridades del deporte.

Formó parte del famoso equipo Tenerife Krystal de los años ochenta, compartiendo vestuario con su hermana, y debutando en primera división con quince años (siendo juvenil de primer año, probablemente el hito deportivo del que más orgullosa se siente), llegando incluso a alcanzar la internacionalidad. Jugó once años en división de honor, con grandes registros anotadores casi siempre bajo su querido dorsal 13; pero como su pasión era el deporte en general, también entre 1985 y 1986 fue integrante de una tripulación femenina que dio la vuelta a España a vela, entre cuyos participantes se hallaba la a posteriori campeona olímpica, Theresa Zábel.

Mercedes comenzaba sus estudios de marina civil junto a otras dos compañeras, pero al final también se quedó sola. En 1986 obtuvo el título de piloto, y en 1992 el de capitán. Fue, por tanto, la primera mujer en España en obtener el título de capitán de la marina mercante. Mercedes Marrero cuenta muchas odiseas de aquella época, aunque prefiere que algunas de ellas continúen en el anonimato. Considera que en los barcos algunos le trataban como a un profesional más, otros con más dureza, y el resto con paternalismo, es decir, había de todo. Pero en la balanza final considera que existieron más aspectos positivos que negativos, y cree que lo pasó muy bien.

En 1994, la bilbaína Idoia Ibáñez Ozores fue la primera mujer que logró ser capitán de un buque, estando en posesión del título de capitán de la marina mercante desde el año anterior (especifico este punto porque, tal como marcaba la legislación, buques por debajo de un determinado tonelaje y potencia podrían haber sido capitaneados con anterioridad por mujeres con el título de piloto de primera, en buques de la naviera Iscomar).

Más concretamente, Idoia navegó como oficial y mandó en buques de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH, ex Campsa) entre 1985 y el año 2000. En realidad, a día de hoy recuerda que su mando en 1994, en el petrolero Camponalón, un petrolero de 123 metros de eslora y un peso muerto de 6500 toneladas, construido en los astilleros Juliana de Gijón, en 1969, fue su primer gran mando, pero no el primero. Destaca que en 1992 tuvo el mando del Campero, una gabarra de 2500 toneladas de peso muerto que suministraba bunker en Barcelona, con dos hélices timón tipo schottel, que le permitieron adquirir las habilidades necesarias para poder maniobrar de manera exitosa buques de mayor tamaño, como el citado Camponalón.

La mujer en la Armada

El comandante es la máxima autoridad a bordo de un buque de guerra. En 2005, la entonces teniente de navío Esther Yáñez González-Irún, fue la primera mujer comandante de un buque de guerra, el patrullero Laya. En la actualidad Yáñez es capitán de navío, pero en su día fue también la primera mujer en ingresar en la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra), seguramente porque corría la mar por sus venas, como hija de marino que era. Además, la capitán de navío Yáñez ha sido comandante por partida doble. Primero en el citado patrullero Laya, encargado de misiones de vigilancia marítima por las costas andaluzas, y en 2010, ya como capitán de corbeta, en el buque de apoyo logístico Mar Caribe.

Anita Sánchez Pandal, Capitán de Corbeta, fue la segunda mujer comandante de un buque (al año siguiente que Esther Yáñez, en 2006), y precisamente de uno con base en Galicia, en Tui (Pontevedra), en sus tiempos de alférez de navío. Me estoy refiriendo al patrullero de vigilancia interior Cabo Fradera, muy querido por las gentes de la muy noble y leal ciudad de Tui, por cierto.

De su etapa como comandante del patrullero recuerda que los pescadores de aquella zona estaban convencidos de que el comandante del buque era el contramaestre, ya que se trataba de un señor alto, fuerte y con barba. Los pescadores no se podían ni imaginar que fuera ella quien estaba al mando. De hecho, la propia Anita Sánchez a veces salía con la embarcación semirrígida de patrulla de vigilancia de pesca, y cuando imponía alguna sanción, a veces los pescadores le decían: ya hablaré yo con el comandante del barco, a lo que ella les preguntaba, ¿pero qué comandante? Seguían convencidos de su absurdo error. En la actualidad, Anita Sánchez, como se indicaba en la introducción de este artículo, es una de los prácticos del Arsenal Militar de Ferrol.

La capitán de corbeta Marina Goicoechea Margalef se convirtió en 2018 en la tercera mujer comandante de un buque de la Armada, en este caso del buque hidrográfico Antares. Es también tudense de nacimiento, pero gaditana de adopción, por lo que cuenta que tiene el corazón partido, porque siempre se ha sentido muy orgullosa de ser gallega y, especialmente, de ser de Tui. Es hija de un marino ya retirado, que fue durante un tiempo el comandante de la Comandancia Naval del Miño, en Tui. Marina tomó el mando del buque Antares con 37 años, el 25 de julio de 2018, en Cádiz, y su misión en ese buque ha consistido en actualizar toda la cartografía náutica para la seguridad de todos los buques, tarea para la que ha contado con treinta y cinco tripulantes.

Hace dos años fue nombrada la cuarta comandante de un buque de la Armada, y la última de momento. La teniente de navío Paloma Sevillano Sánchez, tal como hizo en su día la capitán de corbeta Marina Goicoechea, tomó el mando del buque hidrográfico Antares en julio de 2020, dejando atrás su destino en Madrid como responsable de comunicación digital dentro de la Oficina de Comunicación Social (OCS), en la que se encontraba al frente de las redes sociales de la Armada. La teniente de navío Sevillano, madrileña y sin tradición militar en la familia, perteneciente a la 410ª promoción del Cuerpo General, en su trayectoria ha ocupado diferentes destinos relacionados con la hidrografía. Tras finalizar su mando fue destinada al Gabinete de la Ministra, al departamento de relaciones institucionales. Este verano está previsto su ascenso a capitán de Corbeta.

En cualquier caso, en la Armada, al igual que ocurre en la marina civil, las mujeres ya ocupan todo tipo de puestos y categorías, desde los de marinería, hasta el de mando final, como ya se ha indicado.

En la construcción naval

Hasta hace cincuenta años las palabras mujer e ingeniero, eran casi incompatibles. Afortunadamente, el esfuerzo de muchas mujeres por romper las barreras ha permitido que esa dicotomía pertenezca ya al pasado, aunque hay que reseñar que el proceso seguido para conseguirlo no ha sido fácil, e incluso a veces tortuoso.

Matilde Santos Maza fue la primera mujer en iniciar los estudios de Ingeniería Naval en España, junto a 249 hombres, en la Escuela Superior de Ingenieros Navales de Madrid en el año 1965, cuando se estaban poniendo los cimientos de lo que es hoy en día el actual.

Colegio de Ingenieros Navales y Oceánicos. De sus principales recuerdos de aquella época destaca la curiosidad de sus compañeros por ella (aunque ninguno llegó a hablarle el primer día, ni siquiera sus amigos), la falta de aseos femeninos en la escuela (lo que le obligaba a contar con un amable compañero que mantuviese el aseo de chicos libre para que la señorita pudiera acceder a él), sus problemas en las prácticas de soldadura (empuñando soplete o pinzas y electrodo y careta, con un maestro de taller entre estupefacto y divertido por tener en la clase a una chica), y como remate final, que una vez finalizados sus estudios, sólo consiguió una entrevista de trabajo.

Ante tal desdicha final empezó trabajando en ensayos no destructivos, y posteriormente decidió crear su propia empresa de inspección, la cual estuvo en funcionamiento hasta el año 1992. Aquel año, habiendo dotado a la empresa de un gran valor añadido, decidió venderla a una empresa de inspección alemana, que curiosamente no tenía ninguna mujer en plantilla, y se pasó al mundo del transporte y la logística. Actualmente está trabajando en la explotación de las energías renovables.

Mientras Matilde cursaba sus estudios fue adelantada por María Jesús Bobo de la Peña, quien fue la primera mujer en obtener en España el título de Ingeniero Naval, en la promoción de 1975/76. Una anécdota de su época de estudiante está ligada a cuando el profesor de Química, explicando las soluciones, se refería a la mayonesa y comentaba “de esto saben mucho las señoritas ¿verdad?”, dirigiéndose a las mujeres allí presentes. En 1992 defendió su tesis doctoral titulada: Determinación del riesgo de excitación de vibraciones en el buque inducidas por el propulsor. Trabajó en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas del Pardo (CEHIPAR) y fue la investigadora principal en el Programa MJ-3A sobre predicción de potencia y velocidad en buques rápidos.

La ferrolana María del Carmen Tuñón Álvarez en 1974 se convirtió en la primera mujer en obtener el título de Ingeniero Técnico Naval en la Escuela Universitaria Politécnica de la Coruña. Nada más finalizar sus estudios empezó a trabajar en el astillero de Fene (Astano), donde desarrolló toda su carrera profesional durante cuarenta años. Fue la primera mujer en ascender a analista jefe en un astillero importante español.

En la Armada, la capitán de fragata María Concepción Rodrigo Bayo es la ingeniera más antigua desde que ingresó junto a dos compañeras en la Escuela Naval Militar durante el año 1997. Ingeniero aeronáutico de formación, está en posesión de la especialidad de Ingeniero de Armas Navales. María Concepción inició su carrera, como alférez de Navío, en el Arsenal de la Carraca (Cádiz). Más tarde, fue destinada al Ramo de Armas de la Jefatura de Apoyo Logístico (JAL) en Madrid, y comisionada al Centro de Metrología y Calibración Acústica y Magnética (CEMCAM) en el Arsenal de Cartagena. Finalmente ascendió a capitán de Fragata, su actual empleo, y pasó a formar parte de la dotación de la Sección de Sistemas Tácticos y de Combate de la Subdirección de Mantenimiento en la Dirección de Sostenimiento, en la que desarrolla su función en estos momentos.

Libro, La MUJER en la Mar: Historias de sueños cumplidos

Esta obra novedosa será presentada el jueves 30 de junio, a las 19 horas, en la sala Carlos III del Museo de la Construcción Naval (EXPONAV). En este libro, escrito por Bartolomé Cánovas y un servidor, y prologado por la Ministra de Defensa Margarita Robles, y la Conselleira do Mar Rosa Quintana, el lector podrá encontrar dos periodos históricos bien diferenciados. Una primera parte que se remonta a la época del siglo XV, lo cual resulta muy interesante, al comprobarse que en aquellos tiempos ya hubo mujeres que hicieron historia. Y una segunda, en la que se ofrece el testimonio directo de otras, que en este momento todavía están haciendo historia.

Estas últimas han tenido a bien contarnos sus experiencias, tanto buenas como malas. Pero sin ningún tipo de duda, de su relato en general se desprende su satisfacción por haber alcanzado sus sueños, al haber cumplido unos objetivos que hasta hace muy poco, les estaban prohibidos por ley. Además, sus metas conseguidas han servido de guía para todas aquellas que están siguiendo, o quieran seguir, sus pasos. El camino de las pioneras, por cierto, no ha sido nada fácil de completar. Para recorrerlo, además de tener que derribar las estrictas barreras legales existentes, también tuvieron que luchar contra el arraigado machismo existente en la sociedad reinante. E incluso quizás, en otros casos, se haya dado la paradoja de que la oposición la hayan encontrado en otras mujeres, quienes no veían con buenos ojos que los trabajos en la mar fueron apropiados para ellas.

Para llevar a cabo este libro se ha investigado la historia de mujeres que marcaron el pasado, utilizando, entre otras fuentes, un elevado número de documentos sobre la materia, tanto nacionales como extranjeros. Pero quizás, la parte más interesante de esta investigación haya residido en las entrevistas personales efectuadas a algunas de las protagonistas, las cuales nos han acercado mucho más a las situaciones vividas por estas primeras mujeres. Hay que pensar que muchas de estas mujeres todavía están en activo, ya que la puerta a la mar para ellas se abrió hace muy poco tiempo.

Aunque este trabajo ha sido preparado con mucha ilusión por sus autores, se debe destacar que muchas de las entrevistadas, principalmente las pioneras, están cansadas de que se las recuerde siempre como las primeras mujeres de la Marina Mercante o de la Armada, y a fecha actual prefieren que se les pregunte por sus objetivos actuales, ya que la mayoría, como ya he comentado, aún están en activo, en la mar o en otros trabajos, aunque eso sí, mayoritariamente relacionados con el sector naval y el marítimo. Por todo ello, este libro se lo dedicamos a TODAS las mujeres que han colaborado en su elaboración.

Finalmente, me gustaría indicar que hay previstas otras tres presentaciones de este libro en Galicia a lo largo del verano. El día 13 de julio a las 19h en el Salón de Actos de la Autoridad Portuaria de Coruña. El viernes día 15 a las 20h en la Sala Multiusos del Concello de Viveiro (Lugo). Y el viernes 2 de septiembre a las 19h en el Edificio de Sesiones de la Autoridad Portuaria de Vigo (muelle de trasatlánticos). La entrada a las presentaciones es libre y gratuita hasta completar el aforo.

Además esta obra se ha publicado bajo la editorial de nombre marinero BITA, ubicada en la tienda del mismo nombre. Situada en el interior del Museo Naval de Ferrol (junto a Exponav). El libro se podrá adquirir tanto en dicha tienda, como en la recepción de Exponav, por 20 euros. En los horarios habituales de apertura de los museos, a partir del día de su presentación. Igualmente podrá ser adquirido los días de las presentaciones, a cuya finalización será dedicado por los autores. También podrá ser adquirido de manera online, a través de la página web de la tienda BITA. En este enlace se accede a la tienda online de Bita para su compra: La Mujer en la Mar – Bita

También ha habido una presentación en agosto telemática del Libro de la Mujer en la Mar en Paraguay en el canal de noticias marítimas. Mundo Fluvial y Marítimo, de Paraguay (del minuto 04:30 al 20:00 de la entrevista, colocar cursor debajo en abrir vínculo en nueva pestaña):

📌 MFMPY #87|✅️ Lanzamiento y presentación de libros en Galicia, España y Huasco Puerto, Chile – YouTube

HASTA DESPUÉS DEL VERANO, ¡NOS VEMOS EN SEPTIEMBRE!